martes, 17 de junio de 2014

Manual para juzgar árbitros




Los árbitros no son tan malos como parecen


Los errores arbitrales son parte de la esencia del fútbol dicen algunos. Debemos aprender a convivir con ellos, dicen otros. Hay quienes aseguran que parte de las emociones del rey de los deportes son los errores arbitrales. 

Pero, ¿quiénes son los inquisidores de los árbitros?... La respuesta es fácil: TODOS.

No se necesita tener una formación especial para juzgar a un árbitro. Puedes ser futbolista, director técnico, dirigente o periodista, así como podrías ser ingeniero, peluquero o astronauta. ¡Ni siquiera se necesita saber de fútbol para poder juzgarlos! ¿No es eso asombroso?

Descubrí algo interesante durante el partido Nigeria vs. Irán. En el partido dirigido por la terna ecuatoriana hubo una jugada en especial que me llamó la atención por la forma en que dos cadenas de televisión la vieron.

Me parece muy correcto que cada persona presente su opinión, así que no estoy tratando de decir que hicieron mal. El punto al que quiero llegar es que una misma acción puede ser vista de muchas maneras diferentes, sin que signifique que en forma definitiva uno esté acertado y otro equivocado.

En una jugada cualquiera, sancionada por Carlos Vera como falta, el comentarista de Univisión, cuando aún la toma no mostraba la decisión arbitral, dijo algo así: “¡Ay árbitro!... Si eso no sancionas como falta, entonces ¡qué es una falta!”

Mientras tanto en DirecTV Internacional, el comentarista decía: “El árbitro sancionó falta, aunque me parece que no era para tanto”….

¿Cuál es el punto? Cada uno vio la jugada de manera diferente y expresó su criterio. Eso no lo hace bueno a uno ni malo al otro, ¿verdad?

¿No deberíamos ser igual de indulgentes con los árbitros?

De ninguna manera trato de expresar que ellos nunca se equivocan. Es evidente que en muchos casos cometen errores que por su preparación y conocimientos deberían resolver de manera adecuada, pero creo que, en aquellos casos que podrían ser interpretados por todos de manera diferente, deberíamos otorgarle al árbitro “el beneficio de la duda”.

Si viviéramos en un mundo justo, deberíamos prepararnos para otorgarle al árbitro sólo los errores que sean absolutamente evidentes, dejando los otros como parte del buen desempeño.

 

En otras palabras: 

  • Si la jugada no fue para mí muy clara al momento mismo que se realizó, ¡punto para el árbitro!
  • Si tuve duda y recién pude decidir al ver repeticiones, ¡punto para el árbitro!
  • Si yo estoy seguro desde el principio pero otros opinan diferente, ¡punto para el árbitro!
  • Si el árbitro ha caído en la trampa de un jugador, ¡punto para el árbitro!
  • Si no vi la acción y sólo me dejo llevar por lo que escuché o leí, por favor, ¡punto para el árbitro!

No debería ser muy difícil adecuarse a este sistema de evaluación siendo un poquito más justos. Después de todo los árbitros seguirán siendo parte del juego… y de los comentarios de todos.

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