domingo, 2 de noviembre de 2014

El último y gran error

Todos los errores, ¡todos!

El árbitro Espinel mostró una vez más que no está listo para grandes desafíos. Su inexperiencia y falta de correcto manejo de situaciones de partido, crearon una situación que estuvo a punto de salírsele de las manos.

Encontramos aquí el primer error: la Comisión de Arbitraje no está mostrando el criterio correcto para designación de árbitros, lo que nos hace pensar que la pasada época de los sorteos para designaciones era mejor, o al menos igual que hoy.

Ya en el partido, el árbitro advirtió muy temprano al arquero Banguera, mediante una tarjeta amarilla, que no iba a permitir la pérdida deliberada de tiempo. Hasta ahí, todo normal. Pero se viene el segundo error: la actitud repetitiva del arquero de Barcelona de perder tiempo.

Haciendo uso de su experiencia y de ciertas libertades reglamentarias, Banguera comienza a lanzarse al piso, a pedir asistencia médica, a reanudar el partido con lentitud, a lanzarse al piso nuevamente, etc. Esto no es nuevo, pero sabemos que no todos los árbitros tienen el mismo rigor de sanción, así que los hinchas se han  acostumbrado a aceptar una forma de sanción cuando es contra su equipo y exigir otra cuando es al equipo rival.

Mientras un jugador del equipo rival se encontraba en el piso y el balón no estaba en juego, Banguera se encontraba en la mitad del campo. Cuando el árbitro se disponía a reanudar el partido, se percata de que el arquero no estaba en su puesto, y asumiendo que pretendía perder tiempo una vez más, le muestra la segunda tarjeta amarilla y consecuente expulsión.

Banguera se muestra incrédulo, como si no hubiera hecho nada para merecer su expulsión y solo atina a sonreír. Los reclamos vienen de todos lados y el partido sigue interrumpido mientras el arquero suplente Lanza inicia su preparación para ingresar al campo de juego.

En medio de la confusión, el cuarto árbitro advierte al central que el jugador Lanza había hecho una seña que él interpretó como insinuación de deshonestidad del árbitro. El central va hacia el supuesto infractor y le muestra la tarjeta roja. Se viene el siguiente error.

Lanza comienza a avanzar en actitud agresiva hacia el árbitro quien ya se encontraba rodeado de reclamantes. Las cámaras muestran a un Lanza contenido por sus compañeros en su afán de abalanzarse sobre el árbitro.

Si Lanza realizó esos gestos que informó el cuarto árbitro además de los que todos vimos en imágenes, podrá ser acusado de incitar a la violencia y ver agravada su sanción.

A partir de este momento, todo parecía incontrolable para el juez central. 

La hinchada en las gradas inició disturbios y lanzamientos de objetos, los jugadores en la cancha reclamaban cada sentencia arbitral y la calidad de juego desaparecía. El árbitro había perdido seguridad en sus decisiones y terminó sancionando mal o dejando de sancionar faltas de una manera preocupante. Por ahí se quedaron en el camino un par de tarjetas rojas y faltas sin sancionar.

Los de Independiente del Valle no fueron capaces de demostrar superioridad ante un equipo que actuó la mayor parte del juego con un hombre menos y sin arquero de oficio, mientras los de Barcelona, pese a una muestra de coraje y pundonor, no pudieron llevarse al menos un punto cuando Oyola erró un tiro penal al final.

Fueron demasiados errores para buscar un solo culpable... Fueron demasiados errores para no creer que todos deban ser sancionados.

Lo que vino después fue lo de costumbre: linchamiento mediático al árbitro, justificaciones a todas las acciones de los futbolistas en la cancha, dirigentes desde afuera iniciando una campaña política e hinchas atacándose con furia en las redes sociales.

Qué difícil que es para muchos hablar sin apasionamiento y qué difícil es encontrar respeto en las opiniones ajenas.

Los hechos del partido no son sino una muestra más de la crisis del fútbol ecuatoriano, una crisis que lastimosamente no es solo económica, una crisis cuya más grave presentación es la moral y la ética. Una crisis que no solo está en la cabeza, sino en todo el cuerpo.

Las estructuras del fútbol deben cambiar, eso es claro. El blindaje a los viejos vicios debe ser abolido para dar paso al progreso y desarrollo. Pero el verdadero cambio no puede llegar sin el verdadero cambio de todos  los dirigentes.

Creer que cambiar a Chiriboga de la presidencia es la única solución a todos los problemas, es quedar a las puertas del último y gran error: Es hacer de ese día, parafraseando las voces de la época de la Independencia de la República, el último día del despotismo, y el primero de lo mismo.


Porque la calentura no está en las sábanas...

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