Todos los errores, ¡todos!
El árbitro Espinel mostró una vez más que no está listo para grandes
desafíos. Su inexperiencia y falta de correcto manejo de situaciones de
partido, crearon una situación que estuvo a punto de salírsele de las manos.
Encontramos aquí el primer error: la Comisión de Arbitraje no está
mostrando el criterio correcto para designación de árbitros, lo que nos hace
pensar que la pasada época de los sorteos para designaciones era mejor, o al
menos igual que hoy.
Ya en el partido, el árbitro advirtió muy temprano al arquero Banguera,
mediante una tarjeta amarilla, que no iba a permitir la pérdida deliberada de
tiempo. Hasta ahí, todo normal. Pero se viene el segundo error: la actitud
repetitiva del arquero de Barcelona de perder tiempo.
Haciendo uso de su experiencia y de ciertas libertades reglamentarias,
Banguera comienza a lanzarse al piso, a pedir asistencia médica, a reanudar el
partido con lentitud, a lanzarse al piso nuevamente, etc. Esto no es nuevo,
pero sabemos que no todos los árbitros tienen el mismo rigor de sanción, así
que los hinchas se han acostumbrado a aceptar una forma de sanción cuando
es contra su equipo y exigir otra cuando es al equipo rival.
Mientras un jugador del equipo rival se encontraba en el piso y el balón
no estaba en juego, Banguera se encontraba en la mitad del campo. Cuando el
árbitro se disponía a reanudar el partido, se percata de que el arquero no
estaba en su puesto, y asumiendo que pretendía perder tiempo una vez más, le
muestra la segunda tarjeta amarilla y consecuente expulsión.
Banguera se muestra incrédulo, como si no hubiera hecho nada para
merecer su expulsión y solo atina a sonreír. Los reclamos vienen de todos lados
y el partido sigue interrumpido mientras el arquero suplente Lanza inicia su preparación
para ingresar al campo de juego.
En medio de la confusión, el cuarto árbitro advierte al central que el
jugador Lanza había hecho una seña que él interpretó como insinuación de deshonestidad
del árbitro. El central va hacia el supuesto infractor y le muestra la tarjeta
roja. Se viene el siguiente error.
Lanza comienza a avanzar en actitud agresiva hacia el árbitro quien ya
se encontraba rodeado de reclamantes. Las cámaras muestran a un Lanza contenido
por sus compañeros en su afán de abalanzarse sobre el árbitro.
Si Lanza realizó esos gestos que informó el cuarto árbitro además de los
que todos vimos en imágenes, podrá ser acusado de incitar a la violencia y ver
agravada su sanción.
A partir de este momento, todo parecía incontrolable para el juez
central.
La hinchada en las gradas inició disturbios y lanzamientos de objetos,
los jugadores en la cancha reclamaban cada sentencia arbitral y la calidad de
juego desaparecía. El árbitro había perdido seguridad en sus decisiones y
terminó sancionando mal o dejando de sancionar faltas de una manera
preocupante. Por ahí se quedaron en el camino un par de tarjetas rojas y faltas
sin sancionar.
Los de Independiente del Valle no fueron capaces de demostrar
superioridad ante un equipo que actuó la mayor parte del juego con un hombre
menos y sin arquero de oficio, mientras los de Barcelona, pese a una muestra de
coraje y pundonor, no pudieron llevarse al menos un punto cuando Oyola erró un
tiro penal al final.
Fueron demasiados errores para buscar un solo culpable... Fueron
demasiados errores para no creer que todos deban ser sancionados.
Lo que vino después fue lo de costumbre: linchamiento mediático al
árbitro, justificaciones a todas las acciones de los futbolistas en la cancha,
dirigentes desde afuera iniciando una campaña política e hinchas atacándose con
furia en las redes sociales.
Qué difícil que es para muchos hablar sin apasionamiento y qué difícil
es encontrar respeto en las opiniones ajenas.
Los hechos del partido no son sino una muestra más de la crisis del
fútbol ecuatoriano, una crisis que lastimosamente no es solo económica, una
crisis cuya más grave presentación es la moral y la ética. Una crisis que no
solo está en la cabeza, sino en todo el cuerpo.
Las estructuras del fútbol deben cambiar, eso es claro. El blindaje a
los viejos vicios debe ser abolido para dar paso al progreso y desarrollo. Pero
el verdadero cambio no puede llegar sin el verdadero cambio de todos los dirigentes.
Creer que cambiar a Chiriboga de la presidencia es la única solución a todos
los problemas, es quedar a las puertas del último y gran error: Es hacer de
ese día, parafraseando las voces de la época de la Independencia de la
República, el último día del despotismo, y el primero de lo mismo.
Porque la calentura no está en las sábanas...
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