Los árbitros
no son tan malos como parecen
Los errores
arbitrales son parte de la esencia del fútbol dicen algunos. Debemos aprender a
convivir con ellos, dicen otros. Hay quienes aseguran que parte de las
emociones del rey de los deportes son los errores arbitrales.
Pero, ¿quiénes
son los inquisidores de los árbitros?... La respuesta es fácil: TODOS.
No se
necesita tener una formación especial para juzgar a un árbitro. Puedes ser futbolista,
director técnico, dirigente o periodista, así como podrías ser ingeniero,
peluquero o astronauta. ¡Ni siquiera se necesita saber de fútbol para poder
juzgarlos! ¿No es eso asombroso?
Descubrí
algo interesante durante el partido Nigeria vs. Irán. En el partido dirigido por
la terna ecuatoriana hubo una jugada en especial que me llamó la atención por
la forma en que dos cadenas de televisión la vieron.
Me parece
muy correcto que cada persona presente su opinión, así que no estoy tratando de
decir que hicieron mal. El punto al que quiero llegar es que una misma acción
puede ser vista de muchas maneras diferentes, sin que signifique que en forma
definitiva uno esté acertado y otro equivocado.
En una jugada
cualquiera, sancionada por Carlos Vera como falta, el comentarista de Univisión,
cuando aún la toma no mostraba la decisión arbitral, dijo algo así: “¡Ay
árbitro!... Si eso no sancionas como falta, entonces ¡qué es una falta!”
Mientras
tanto en DirecTV Internacional, el comentarista decía: “El árbitro sancionó falta,
aunque me parece que no era para tanto”….
¿Cuál es el
punto? Cada uno vio la jugada de manera diferente y expresó su criterio. Eso no
lo hace bueno a uno ni malo al otro, ¿verdad?
¿No
deberíamos ser igual de indulgentes con los árbitros?
De ninguna
manera trato de expresar que ellos nunca se equivocan. Es evidente que en
muchos casos cometen errores que por su preparación y conocimientos deberían
resolver de manera adecuada, pero creo que, en aquellos casos que podrían ser
interpretados por todos de manera diferente, deberíamos otorgarle al árbitro “el
beneficio de la duda”.
Si
viviéramos en un mundo justo, deberíamos prepararnos para otorgarle al árbitro
sólo los errores que sean absolutamente evidentes, dejando los otros como parte
del buen desempeño.
En otras
palabras:
- Si la jugada no fue para mí muy clara al momento mismo que se realizó, ¡punto para el árbitro!
- Si tuve duda y recién pude decidir al ver repeticiones, ¡punto para el árbitro!
- Si yo estoy seguro desde el principio pero otros opinan diferente, ¡punto para el árbitro!
- Si el árbitro ha caído en la trampa de un jugador, ¡punto para el árbitro!
- Si no vi la acción y sólo me dejo llevar por lo que escuché o leí, por favor, ¡punto para el árbitro!
No debería
ser muy difícil adecuarse a este sistema de evaluación siendo un poquito más
justos. Después de todo los árbitros seguirán siendo parte del juego… y de los
comentarios de todos.
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