jueves, 16 de febrero de 2012

¡El odio nos está ganando!


¿Qué nos está pasando? 

¿Será que los tiempos actuales han decidido que el odio guíe nuestros pasos, nuestro criterio y nuestros cuestionamientos?

La proliferación, uso y abuso de las redes sociales nos ha abierto el panorama de una realidad que cada vez es más preocupante: ¡La sociedad vive más del odio que del amor!

Difícilmente un tuit, un estado de facebook (para quienes lo usan como informativo), o un post en un blog, dejarán de generar reacciones contrarias y eso no está mal.

Lo malo es que las diferencias de criterios no se manifiestan con respeto y en buenos términos sino que lo hagan entre insultos y en algunos casos hasta amenazas e intimidaciones que no son precisamente parámetros de comunicación y libertades.

El odio nos está ganando la partida. Hemos llegado a convencernos en muchos casos de que quien no piensa como yo es mi enemigo y no escatimamos esfuerzos en hacérselo saber en los peores términos.
Claro que no son todos. Hay unos pocos que aún no se han dejado ganar de ese sentimiento y tratan de razonar sus puntos y dialogar con quienes no piensan igual. Son ellos la esperanza de que el comportamiento de la sociedad no termine por desmoronarse.

No depende de nosotros lo que alguien vaya a respondernos ante una opinión manifestada, pero sí depende de nosotros la continuidad que podamos darle a esa forma de comunicación.

Mi experiencia me ha enseñado que es posible guiar el comportamiento de nuestros receptores con una receta simple: Una dosis de paciencia, otro poco de argumentos, una pizca de buenos modales y una gran cuota de tolerancia.

Si la gente piensa que eres su enemigo sólo por pensar diferente, la clave está en demostrarle que la comunidad está llena de criterios diversos y que puede vivir en armonía gracias a la magia de la democracia, los derechos y las libertades que todos promulgamos.

Hagamos el intento de cambiar el rumbo. No contestemos odio con odio, contestemos con criterio, con respeto y con tolerancia y verán que la gente cambia.

El gobiernista no puede ser un enemigo del opositor ni el opositor del gobiernista.
El barcelonista no puede ser enemigo del emelecista ni el emelecista del barcelonista.

Recordemos siempre que así como nosotros tenemos derecho a pensar a nuestra manera, los demás tienen derecho a pensar a su manera y que la libertad que reclamamos para nosotros es la libertad que otros también tienen.

Seamos tolerantes y salgamos adelante por el valor de nuestros pensamientos y no por el pisoteo al de los demás.

¡No nos dejemos vencer por el odio!

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